Publicado por Iago Fraga el 18 jul 2012 >> Ver artículo original
Para enseñarte lo que pretendo sobre productividad, imaginemos que estás jugando a lo que se ve en la imagen.
Tu objetivo: seleccionar y hacer click en la pelota con el número más pequeño. Cuando hayas hecho click sobre ella, esta desaparecerá y deberás hacer click sobre la siguiente con el número más pequeño de entre las que quedan. Los círculos varían en tamaño y color para despistar, pero sólo el número que llevan en el interior importa.
Cuando acabes con esta pantalla, aparecerá otra con otras bolas y números diferentes. Por si fuera poco, has de llevar a cabo la tarea a contrarreloj. Cuantas más pelotas hagas desaparecer en 1 minuto y más pantallas pases, más puntos ganarás. Pero siempre que hagas click en la pelota incorrecta, perderás muchos puntos.
El error de base: creer que no existe un esfuerzo mínimo necesario
Este juego existe realmente y he visto a varias personas jugar al mismo. Y lo que es más, he visto a muchos cometer los mismos errores típicos de este juego en su productividad diaria en el mundo real.
Lo que suele pasar
Cuando alguien se sienta a jugar a este juego, el temporizador lo estresa. Viendo los segundos bajar, la adrenalina te acelera. Sientes la urgencia de ir cada vez más rápido y empiezas a reducir el tiempo de reflexión cada vez más. Algunas veces te sale un poco mejor, otras un poco peor, pero lo que acabas haciendo casi siempre es llegar a un punto en el que abandonas la lógica y empiezas a pulsar círculos guiándote por la intuición.
Pero, ¿es ésta una buena estrategia?
La respuesta es no. Y aquí podemos ser firmes y contundentes: hay muchas formas de ahorrar tiempo, pero esta no es una válida. Hay un trabajo mínimo que hacer para poder dar el resultado correcto y si no lo haces, simplemente estarás jugando al azar. Y es aquí donde este juego tiene una lección valiosa para mejorar tu productividad.
El trabajo mínimo
Para ordenar una lista por elementos, hay que mirar al menos cada vez a uno. ¿No me crees? Te pongo un ejemplo.
Imagina que estás decidiendo tan rápido que cuando te quedan dos números pulsas uno sin pararte a mirar el otro. Como no has visto el de la derecha, cuando decides, por tu mente ha pasado una imagen similar a la de abajo. Y ahora bien, intenta responder a la pregunta: ¿cuál es el número menor en la siguiente imagen sabiendo que hay uno oculto en la mitad derecha?
Exacto, es imposible decirlo. -149 es sin duda muy bajo, pero sin ver el otro número, es absolutamente imposible decidir. En este caso, has ido tan rápido que te has saltado el trabajo mínimo ineludible. O en otras palabras: has dejado tu éxito o fracaso al azar.
Esto tiene dos problemas: el primero, que te he dicho al principio que pulsar la pelota incorrecta está duramente penalizado y el segundo, que aquí hay 2 círculos y tienes el 50% de probabilidades de acertar, pero cuántos más círculos haya, menos probabilidades tendrás de acertar.
Resumiendo: nunca te saltes el trabajo mínimo
Tu rutina y tus proyectos tienen un mínimo de trabajo ineludible al igual que este juego. Intentar saltártelo es tirar los dados que te precipitarán con frecuencia hacia el fracaso. A veces nos empuja la urgencia y a veces nos cansa el realizar un mismo esfuerzo durante mucho tiempo sin fruto aparente.
No obstante, resiste. Aguanta el timón y sigue tu plan. Si lo cambias, hazlo únicamente por uno mejor.No permitas que tu impaciencia destroce tu productividad. A veces, lo único que necesitas es resistir haciendo lo que haces por mucho que te parezca que vas lento o que te presione la cuenta atrás.
¿Qué opinas? ¿Sueles saltarte etapas de organización sólo por el ansia de empezar a “ponerte a trabajar”? ¿Te causa angustia ver que tu proyecto no avanza y dejas por ello de planificar? No dudes en incluir tu opinión y tu caso en los comentarios y veremos qué se puede hacer para poderlo mejorar.
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