Artículo obtenido del blog: Think Wasabi
Publicado por Berto Pena el 28 ene 2012 >> Ver artículo original
Una de las quejas más comunes de quienes no están contentos con su Productividad Personal es esta: «Trabajo como un burro pero no veo resultados». Detrás de este problema hay muchas causas (soluciones), pero la más habitual es confundir el trabajo de cantidad por el trabajo de calidad. Hoy, más que nunca, hay que buscar el trabajo inteligente.
A los llamados trabajadores del conocimiento rara vez nos miden al peso. Te medirán y te medirás por la calidad de tu trabajo, por la originalidad de tus ideas, por tu capacidad de resolución ante los problemas… por hacer de forma excepcional las tareas más complejas y exigentes. Cualquier idiota puede hacer lo fácil; son las tareas extraordinarias las que marcan la diferencia.
Y esa calidad, esa excelencia,
sale a la luz con mucha más facilidad en ciertos momentos del día: en tus horas de máxima Productividad. Aprovechando, intencionadamente, esos ratos donde tú sabes que rindes mejor y los demás te dejan trabajar, tendrás más éxito con ciertas tareas que son las que de verdad
generan resultados. Las que te hacen decir: «Ha costado pero acabo de avanzar».
Si me llevas leyendo un tiempo no te he contado nada nuevo hasta aquí. Lo que te propongo hoy es ir un paso más allá. No quedarte en un simple «aprovechar los ratos en los que rindo más», sino tener incluso un plan especial para esas horas de máxima Productividad.
Se trata de contar con un plan específico y ambicioso para sacar lo máximo de tus mejores horas. En otras palabras: tener un plan diario dentro de tu habitual plan de trabajo para que en esos picos de máximo rendimiento puedas multiplicar tus resultados. Que el primer objetivo que te fijes para mañana sea aprovechar al 110% ese momento privilegiado.