Publicado por LosLunesAlSol el 23 abr 2012 >> Ver artículo original
Normalmente la rutina diaria de trabajo supone en muchos casos malgastar las horas más productivas del día con tareas secundarias. Una rutina habitual es llegar a la oficina, encender el ordenador e iniciar sesión, ir a por un café mientras carga, abrir el correo electrónico y ver las novedades. Y muchas veces aquí nos quedamos atrapados.
Normalmente la rutina diaria de trabajo supone en muchos casos malgastar las horas más productivas del día con tareas secundarias. Una rutina habitual es llegar a la oficina, encender el ordenador e iniciar sesión, ir a por un café mientras carga, abrir el correo electrónico y ver las novedades. Y muchas veces aquí nos quedamos atrapados.
Si además tenemos alguna reunión se nos ha pasado parte de la mañana en organización y no hemos hecho nada productivo. No digo que la gestión y organización no sea importante, que lo son. Sin embargo podemos realizarlas en otras horas del día que no sean aquellas en las que estamos más lúcidos y nuestra capacidad de concentrarnos es más alta y podemos sacar más trabajo adelante.
Muchas veces es inevitable afrontar estas tareas, están en nuestra lista de tareas a revisar nada más llegar al trabajo. Lo que no podemos hacer es detenernos en ellas. Podemos revisar nuestro correo, pero no pararnos a contestar todos aquellos correos que no son urgentes. O alargar la reunión matinal más allá de diez minutos. Podemos mirar si tenemos mensajes o menciones de la cuenta de empresa en las redes sociales, pero no dedicarnos a enviar o programar mensajes.
Claro que todo esto ocurre teniendo en cuenta que tus horas más productivas, aquellas en las que puedes sacar más trabajo adelante sean las primeras de la mañana. ¿Sabemos cuales son nuestras horas más productivas? En estas horas lo importante es dedicarse a sacar tareas adelante, no a la gestión y organización. Para muchos son las primeras de la mañana, para otros las últimas horas del día, depende de cómo trabajamos y en que sector lo hacemos
Un ejemplo muy claro es el del autónomo. Un electricista, un fontanero, pero también un diseñador gráfico no puede dedicar sus horas más productivas a organizar la facturación, revisar todo el tema de impuestos y la gestión burocrática que lleva asociada el hecho de ser autónomo. Estas tareas es mejor hacerlas en otros momentos del día, en horas de poca actividad o en las que estamos más cansados.
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Imagen | caracolquiscol
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